Dijo Dios:

«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo.» Gén. 1, 26

No podría decir que ese párrafo del Génesis constituye la creación del especismo (que es tan viejo como la injusticia); pero es ilustrativo pensar que solamente bajo la justificación del mandato divino, un ser puede tener autoridad sobre la vida de otro ser.

El prejuicio de especie tiene su raíz en el seno del antropocentrismo.